Sitio de memoria 
El sitio se ubica al norte de la comuna de Santo Domingo, colindante con el humedal existente en la ribera sur de la desembocadura del río Maipo. El recinto corresponde al Balneario Popular Rocas de Santo Domingo, constituido por un conjunto de inmuebles compuesto por seis unidades de vivienda estacional o cabañas y recintos comunes, comedores, baños y lavaderos que fueron desmantelados en el año 2013.
Construcción
A los pocos días de asumir el gobierno de Allende, el Ministro de la Vivienda Carlos Cortes, solicitó al arquitecto Renato Hernández Orrego, recién designado a cargo de la División de Planificación del Equipamiento Comunitario (DEPEC), la elaboración de un proyecto destinado a la construcción de una red de Balnearios Populares a lo largo de todo el país. Así fue como se buscaron localizaciones situadas en las mejores playas del país, aprovechando la disponibilidad de terrenos en poder de Bienes Nacionales, o se adquirieron terrenos a particulares en conformidad con las Normas vigentes a la época, en particular las establecidas en la Ley Orgánica de CORMU.
Los talleres de arquitectura del MINVU elaboraron un proyecto de balneario tipo, construido totalmente con paneles prefabricados en madera de pino insigne, livianos y de un tamaño que facilitara su transporte en camiones de cabida normal. Espacialmente, el proyecto buscó que el ciudadano común lo identificara claramente como un lugar de esparcimiento
​Cada cabaña tenía una capacidad de 6 camas, que eventualmente podía elevarse a dos más, respondiendo a la composición familiar vigente en la época. Además, se incentivó la incorporación de los abuelos.
​Los centros vacacionales se complementaron con bodegas, posta de primeros auxilios, canchas deportivas y juegos infantiles, lavaderos, cocina y comedores colectivos. Cada persona canceló una suma modesta por una estadía de 15 días en el Balneario, valor que incluyó alojamiento y la alimentación consistente en tres comidas diarias. Esta fórmula se acordó con el deliberado propósito de liberar a las esposas de atender la cocina, a fin de darles la posibilidad de disfrutar plenamente del veraneo. La Dirección de Planificación del Equipamiento Comunitario convocó a una propuesta de construcción en Marzo de 1971, adjudicando a diferentes empresas privadas las obras de 16 balnearios, los cuales comenzaron a funcionar a fines de ese año.
Las cabañas se diseñaron en forma de A y se agruparon de modo de facilitar la vida en comunidad. Los Balnearios fueron diseñados con una capacidad de hasta 500 personas, alojadas en bloques continuos de 8 a 10 unidades.
Demolición
El golpe militar acabó de una plumada con esta admirable iniciativa. Los medios de comunicación autorizados por la Junta Militar se encargaron de difamar la actividad de los Balnearios Populares, afirmando que se trataba de escuelas de guerrillas o de adoctrinamiento político, a fin de justificar su clausura. Las fuerzas armadas se repartieron los Balnearios Populares como quien se reparte un botín de guerra.
La Armada, por ejemplo, se apropió del situado en Puchuncaví, la FACH de Ritoque y el Ejército de Pichidangui, recinto que aún mantiene en su poder, destinándolo al veraneo de sus efectivos. La Junta Militar no tuvo escrúpulo alguno para apropiarse de estos bienes, despojando a los trabajadores chilenos de un servicio construido para su legítimo solaz, financiado con los recursos que proporciona el presupuesto nacional. Peor aún, no vacilaron en lucrar en casos como el Balneario de Tongoy, que fue vendido a un particular. A partir de mediados de 1974 y durante todo el año 1975, los Balnearios de Puchuncaví y Ritoque fueron utilizados como Campos de Concentración de 11 presos políticos. Se alambró su entorno, se levantaron torres de vigilancia y se artillaron para cumplir un objetivo tan contrario a los fines humanistas con que fueron concebidos. Miles de chilenos pasaron por estos campos, privados de su libertad y en la mayoría de los casos sin haber sido nunca sometidos a juicio alguno.
A fines de 1975, Puchuncaví y Ritoque cesaron de funcionar como centros de reclusión. 10 años después, con ocasión de celebrarse el Día Internacional de 12 los Derechos Humanos, un grupo de dirigentes de la Unidad Popular que habían sido confinados en el Balneario de Ritoque, se congregaron en el lugar que permanecía abandonado. Dieron lectura a una declaración que señala entre otros párrafos lo siguiente:
Con ocasión del aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, nosotros, ex prisioneros de los campos de concentración de la Isla Dawson y Ritoque, nos reunimos donde estuvimos recluidos, y solemnemente, recordando a nuestro Presidente Salvador Allende, recordando a nuestros compañeros muertos en la lucha, dentro y fuera de la patria, y a quienes continúan exiliados, REAFIRMAMOS, nuestra decisión y compromiso de preservar en la lucha por el reconocimiento y pleno ejercicio de los derechos humanos en Chile……… somos apenas un pequeño grupo de ex prisioneros. Estamos seguros, sin embargo, de representar el espíritu de los miles y miles de compatriotas que vivieron la experiencia de las prisiones y de quienes ahora mismo son víctimas de la represión……aquí frente a las barracas donde estuvimos prisioneros, prometemos continuar la lucha para que nunca más en Chile haya campos de concentración, para que se abran las cárceles y se libere a los presos políticos, para que termine la tortura, la relegación y el exilio. Para que la vida triunfe sobre la muerte. 
En 1988, antes del plebiscito donde triunfó el NO, la dictadura procedió a desmantelar las instalaciones de Ritoque y Puchuncavi, intentando así borrar las huellas del triste destino otorgado a estos Balnearios. Los militares chilenos siguieron así los pasos de sus émulos nazis, que en su huída de los territorios ocupados fueron demoliendo todos los testimonios del holocausto cometido contra millones de seres humanos.
Han transcurrido más de 30 años desde el advenimiento de la democracia en Chile, y en todo este período el Balneario permaneció cerrado, exhibiendo un letrero amenazante: Recinto Militar. Prohibido su ingreso.
​Algunos ex prisioneros que más tarde fueron liberados, junto a familiares de quienes perdieron la vida o simplemente desaparecieron, han conservado la tradición de reunirse el 11 de Septiembre sobre el puente de Tejas Verdes que cruza el río Maipo, procediendo a lanzar flores al agua, en memoria de sus seres queridos. En todos estos años, el Balneario permaneció abandonado. Poco a poco fue sufriendo el deterioro natural debido a la falta de mantenimiento. Por otra parte, comenzaron a sustraerse sigilosamente planchas de techumbre, puertas y ventanas
Reconstrucción
El 15 de Septiembre del año 2015, sobrevivientes y familiares de las víctimas se congregaron en el mismo lugar, anunciando su propósito de transformarlo en un parque de la paz. Es probable que esta acción haya precipitado la decisión de demolerlo. No lo sabemos.
El hecho es que una empresa constructora de la zona inició el desmantelamiento del balneario días atrás. En los mismos días en que escribimos este documento, Canal 2 de San Antonio y la radio Chilena publicitan la venta de paneles del Balneario y ofrece leña gratuitamente a quienes concurran a retirarla.
El Ejército de Chile sigue obrando con la misma impunidad y arrogancia que lo caracterizó bajo el mandato de Pinochet. Se adueñó ilícitamente de un centro vacacional construido con el dinero de todos los chilenos, lo utilizó primero como escuela y más tarde como solaz de criminales y ahora comercializa sus despojos. La demolición del Balneario Popular situado en el hermosos paraje adyacente a la playa Marbella en Rocas de Santo Domingo, es una burla a la memoria histórica. Considerando su humanitaria concepción original y el posterior destino como lugar de adiestramiento en técnicas de tortura y exterminio, era un deber preservarlo, a fin de que las futuras generaciones se enteren de lo que aquí ocurrió y hagan suyo el anhelo de NUNCA MÁS.
El lugar debe ser restituido al patrimonio nacional y declarado Monumento Nacional en la categoría de Sitio Histórico. Defender su existencia, es una contribución a la digna misión de instruir a los chilenos en la defensa de los Derechos Humanos.